sábado, 31 de enero de 2009

La Mesa de los Tres Reyes


Dos veces lo intenté y a la segunda, con mi amigo Alfonso lo conseguimos, no es una subida de alta dificultad pero, la primera vez no lo culminamos y la segunda, para bajar tuvimos serias dificultades ya que nevó en días anteriores y después, el fuerte viento, dejo capas de hielo que nos obligaron a tirar de cordinos en mas de una ocasión en los aledaños de la cumbre.

La primera vez subí con mis amigos del grupo de Haciendo Camino y, cerca de la cumbre tuvimos un pequeño percance, Angel el navarrico se clavó la pala del piolet en el antebrazo haciéndose una herida espectacular y le llevamos a la clínica en Navarra, ya después y al ver que no representaba mas problema nos fuimos a esquiar a Candanchú, la segunda vez hicimos cumbre sin mayor problema.
La mesa de los Tres Reyes (2450 metros) es el techo de Navarra y el mas alto pico desde el Cantábrico, su dificultad puede definirse como media y, con niebla es muy difícil orientarse en medio de las grandes planicies que hay pasado el collado de Linza (donde se puede tomar la subida hacia otra montaña espectacular el Petrechema) y, en la pirámide cimera hay que tener cuidado con las placas de hielo que se quedan si después de una nevada sopla el habitual fuerte viento de lo zona, por lo demás presenta una pequeña trepada que no reviste una gran dificultad, el desnivel que se vence desde el refugio de Linza es de aproximadamente 1110 metros y la duración media total se aproxima a las seis horas.

La mejor época para hacer esta subida está entre junio y octubre

Para acceder a este itinerario demos tomar el desvío que, desde Jaca, sube hacia el Roncal e Isaba, llegaremos hasta el camping de Zurita, desde donde, siguiendo la pista, sin nieve puede irse perfectamente con cualquier vehículo, llegaremos hasta el refugio de Linza (19 kilómetros desde Isaba), con un perfecto aparcamiento y atendido perfectamente por unos amabilísimos refugieros.

Por la mañana temprano saldremos desde el refugio, por un camino perfectamente definido a su derecha que va cogiendo altura por la denomina loma del Sobrante hasta llegar al collado de Linza, a 1900 metros de altura, en más o menos una hora quince minutos, aquí el camino se bifurca con dos opciones, hacia nuestra derecha el Petrechema y, hacia la izquierda nuestro camino que nos llevará hasta la hoya de la Solana, bien señalizado, pero que enseguida nos llevará a unos contrafuertes rocosos hacia el nuevo collado en el que hay que prestar mucha atención a los hitos. Pasaremos sin problemas un caótico lapiaz y, enseguida nos aparecerá un pequeño valle que nos acerca a un collado (2300 metros) entre el Mouscaté 2230 metros) y el Budoguía (2367 metros), desde donde ya veremos la pirámide final de la Mesa de los Tres Reyes a la que subiremos, primero en diagonal hacia la izquierda (camino perfectamente señalizado) y donde veremos enseguida el corredor que desemboca en la cima.

En la cumbre dos sorpresas, un castillo en miniatura y una imagen (muchas veces caída por el viento) de San Francisco Javier y, desde la cumbre, el circo de Lescún, Larra, etc...

La subida puede haberse hecho en unas tres horas y media y, en la bajada, al final, si el suelo está húmedo atención con el desagradable barro que, en los tramos finales, se pega en las botas y que nos proporcionará mas de una culetada por los patinazos.

Las fotos de la actividad.

lunes, 26 de enero de 2009

Lukla, aterriza como puedas, ¡o despega!

Lukla es la puerta de acceso a la gran montaña nepalí, allí, en un frenético trasiego de personas, mochilas y todo tipo de petates llegan todas las mañanas unas decenas de avionetas de las que se baja una docena de pasajeros y a las que antes de terminar se suben otros tantos, mezclándose las pertenencias de los que llegan con las de los que vuelven y sin que casi existan errores ¿milagroso?. Las pequeñas salas del aeropuerto sirven para contactar con guías, porteadores, etc...

La pista está inclinada desde la montaña hacia el barranco, para así facilitar el aterrizaje y el despegue, genial, una pista de 450 metros de longitud a 2850 metros de altura ...

Ver fotos de Kathmandú y Lukla

Desde el interior del ¿avión?, aterrizando ...

miércoles, 7 de enero de 2009

Aconcagua: frío, viento, el desierto en la altura


Medio primero y segundo día, 24 horas de viaje, justas, desde mi casa en Pozuelo hasta el hotel en Mendoza. Qué cansancio. Pero bueno, es lo esperado.

He hecho los dos vuelos con Aerolíneas Argentinas. El vuelo desde Madrid a Buenos Aires, puntual, más los veinte minutos de rodadura por las pistas de Barajas, maldurmiendo en turista, qué mala cena y qué peor desayuno. Llegada a Buenos Aires en doce horas y media, media hora de espera a la bolsa y viaje a Aeroparque, el otro aeropuerto. Increíble: TRECE DÓLARES UN COLECTIVO; hace un año, el mismo TRES DOLARES Y PICO. Estos argentinos cuando se lanzan, se lanzan. Eso sí, me he parado en el centro de Buenos Aires a tomar un capuchino, es una ciudad única, maravillosa, cada día me gusta más, tiene una vida especial. Hora y media de vuelo a Mendoza con cuarenta minutos de retraso. Mendoza, espectacular, una ciudad tranquila, perfectamente habitable (1.500.000 de habitantes), con una particularidad: la increíble canalización de aguas por acequias en todas las calles, creadas por sus fundadores los indios huarpe, lo que le da una frondosidad de arboles en todo momento. Es más, no se puede cortar ni un árbol, antes se cambia la ubicación de un posible edificio que talar un árbol. Unos parques preciosos, ni un solo atasco y, a 900 metros de altura, una temperatura en verano (ahora) de 28 grados e inviernos nada fríos.

Para más, coincido con la llegada del Dakar a esta misma ciudad. He visitado el parque cerrado y mañana no los veré salir ya que parten a las cuatro de la mañana y quiero dormir algo.

Nos hemos reunido con el guía para repasar el material y planear la ascensión y he cenado un asado de tira, qué maravilla. Bueno, me voy a dormir, que mañana tengo que ir a pagar los permisos de ascensión.

Tercer día dedicado en su mañana a las últimas compras y, sobre todo, a pasar los complicados trámites de los permisos de ascensión por el Aconcagua. Una vamos a decir no mala noticia: al llegar nos informamos de que cuatro andinistas italianos y su guía habían muerto en una grieta. Al final, después de 48 horas han rescatado a tres, dentro de lo malo... Mañana partimos a Penitentes, allí estaremos un día.

4º día: Previsto para llegar a la estación de esquí de Penitentes desde Mendoza, en un pequeño colectivo de montaña, viejo como él solo.

Después de 2 horas de viaje llegamos a Uspallata, un pueblo que estuvo destinado al tren con Chile y ahora se dedica a la gente que accede a los Andes. Al salir de este pueblo vemos el último árbol que nos encontraremos en el resto del viaje, compramos agua y llegamos a la estación de esquí de Penitentes, donde dejo una bolsa con las cosas que no usaré en la ascensión. Comemos y, para aclimatar, subo por las pistas de esquí (ahora sin nieve) hasta los 3200 metros, me quedo un rato arriba y bajo a dormir. Nos llegan las noticias de que ha muerto un inglés de un infarto cerca de la cumbre del Aconcagua.


5º día: Salimos de la estación de esquí de Penitentes a 2950 metros en 4x4 hacia el control de entrada a la zona del Aconcagua, pasamos por el Puente del Inca, otra estación de esquí que, al igual que en Penitentes parece esos típicos sitios de las películas americanas en las que en pleno desierto ves una larga carretera transitada por enormes camiones y donde hay una gasolinera, un motel y poco más, además del viento. Después de registrarnos en el control de los rangers de Horcones comenzamos a andar hacia el campamento de Confluencia a 3400 metros, donde pasaremos nuestra primera noche en tienda de campaña. El primer puente por el que pasamos sirvió para el rodaje de parte de la película <7>.

Los horcones, que dan nombre a esta zona, son unos pequeños pajarillos con el pecho amarillo o rojizo que inclusive se posan por tu mano para comer las miguillas que les des, simpatiquísimos.

En Confluencia, después de una corta caminata, comemos y colocamos las tiendas. Necesito andar algo más y me doy una caminata de unas dos horas con Jarno, un jovencísimo y fuerte compañero de viaje que pocos días después cumpliría sus 23 años. Después a estirar.

6º día: Dentro de la aclimatación a la altura y de los días qu

e estaremos en el Campamento de Confluencia nos iremos por la ruta alternativa hasta Plaza de Francia (4050 metros de altura), desde donde hay unas excelentes vistas de la pared sur del Aconcagua. Es inigualable, desértico (es la montaña más desértica que he conocido), pero de una grandeza excepcional. Todo es grande, todo es inmenso y destaco la coloración: es como un arcoiris de piedras, verdes, ocres, marrones, blancas... Después el glaciar sur del Aconcagua y, como todo, inmenso. Volvemos a Confluencia, no hay cobertura, sólo las típicas conexiones con Internet vía satélite, desde donde te quieren dar el gran palo, me niego. ¿Para cuándo pondrán unas antenas de telefonía móvil que no cuestan tanto y quitan a estos especuladores?

7º día: Dejamos Confluencia y la simpatiquísima Verónica, una chica encantadora que nos ha preparado unas cenas y comidas buenísimas y nos vamos a Plaza de Mulas a 4350 metros. Más de 7 horas hacia arriba pasando por lo que llaman Playa Ancha, que no es más que un tremendo pedregal producido por las aguas del deshielo de los glaciares del Aconcagua y donde el sol aplana a cualquiera. Pero sin embargo, tiene un encanto especial con el enorme arcoiris de colores de las piedras.

Llegamos a Cuesta Brava. Son doscientos metros de desnivel antes de llegar a Plaza de Mulas, donde se han despeñado algunas mulas y donde algunos argentinos la denominan la cuesta de la madre que... Pero bueno, llegamos, comemos y a descansar.

8º día: Aclimatación en Plaza de Mulas (Campo Base) y descanso, al tiempo de pasar el pertinente control médico: todo NO bien, es decir, tensión 128-75, pulsaciones 66, oxigenación en altura 89%, pero una imponente bronquitis con placas en la garganta hacen que me den fortísimos antibióticos (me destrozan, me agotan). Para mantener subo los primeros 200 metros del acceso a campo 1 y me voy a un refugio cercano al campamento, donde en el comedor encuentro la banderita de HC que dejó José María. Al lado de Xouxou pongo mis iniciales y hago la foto de rigor.

Las noches se empiezan a hacer interminables dentro de la tienda de campaña. Se cena muy pronto, hacia las ocho, y se desayuna muy tarde, mas allá de las ocho y media. A eso sumemos los cinco litros de agua que hay que beber al día (potabilizada del río cercano) y nos dará la cantidad de veces que hay que salir de la tienda en las noches.

9º día: Para aclimatar subimos al cercano Cerro Bonete, 5004 metros, que es una pedrera en toda su longitud. Salimos del campo base hacia el refugio y hacia su derecha sale un empinadísimo camino, muy resbaladizo, atravesamos varias zonas de penitentes (esa forma tan peculiar de producirse el deshielo en la zona andina) alcanzamos su cumbre en 3 horas largas. Eso sí, según subimos cada vez vemos mejores y más impresionantes detalles de la cara oeste del Aconcagua.

La última parte de la ascensión es algo mas expuesta y hay que tirar un poco de manos, pero siempre dentro de unos niveles de facilidad. Al llegar a la cumbre, el Aconcagua a un lado, a otro el Catedral, el Dedos, el Tolosa, innumerables...

Nos dividimos en grupos y en el primero, divertidísimo, bajamos deslizándonos por las pedreras y corriendo, en 1 hora y 10 minutos. A lavar la ropa y a prepararnos para mañana.

10º día: Para preparar la subida final subimos hacia el campo 1, cargados con la primera parte del material a instalar. Me sigue doliendo la garganta, la mucosidad es constante, he vuelto a ir al médico del Campo Base que me dice siga con los antibióticos, me da por pensar que no me van a dejar subir, pero bueno.

Cargamos las mochilas hasta arriba y comenzamos a andar. Subida dura al principio y al final y algo más suave en el intermedio. Llegamos, comemos, montamos los materiales y tiendas que llevamos y alguno propone llegar hasta la cota de los 5000 antes de bajar. Dicho y hecho. Delante de nosotros suben 3 miembros del ejército a unos 100-150 metros. De repente un grito brutal y una persona, solitaria, que se cae: una gran piedra desprendida le alcanza en el pecho. Pela, nuestro guía nos pide permiso para ir a ayudarle, cómo no, por supuesto; eso sí, llevamos un médico en el grupo que en momento alguno se ha ofrecido a ayudar a nadie y que aquí tampoco lo hace. Le ayudan a respirar, un soldado saca una camilla plegable y deciden bajarle, el Pela baja ayudando, alguno toma la mochila del herido y la baja, nosotros nos bajamos por otro camino también de piedras. A unos 100 metros del campo base el herido fallece. El médico ¿dónde está? El Pela me abraza al ver que estoy a punto de saltar. Las dos caras de la humanidad.

11º día: Sin olvidar el anterior, descanso y aclimatación en el campo base. Preparamos las mochilas para mañana, separando lo que necesitamos en altura y lo que dejamos aquí. Vuelvo al médico por la tarde y me dice que aún no estoy bien curado, pero que, si quiero, puedo intentar subir, pero que recuerde la cantidad de fuerzas perdidas con la bronquitis.

A la tarde y, como todos los días en el campo base, nos cae una copiosa nevada que deja un precioso paisaje pero un frío increíble. Al dormir dejo el reloj fuera del saco para ver la temperatura y alcanzamos los 7 negativos dentro de la tienda.

12º día en que empezamos la ascensión, ya desde campo base hasta campo 1 (Canadá) a 4950 metros, es decir 600 metros de desnivel, llegamos, instalamos el resto del equipaje, yo llevo mi tienda ya que es individual, 5 kilos y medio más y aquí ya cambia mas aún la forma de estar, no desayunamos hasta las nueve y media que sale el sol y cenamos hacia las seis de la tarde, el resto en la tienda, por falta de cuidado he dejado la bolsita de pilas de repuesto, al dormir, fuera de mi saco y se han descargado, o sea que no puedo usar el frontal para leer algo y tengo que conservarlo como pueda, hasta el final, que largas se hacen las noches.

13º día: Frío, frío intenso por la noche, el guía nos dice que más de lo normal. Desayunamos y vamos hacia el campo 2 a 5425 metros (Nido de Cóndores), con 16.5 kilos en la espalda. Mucho viento en la subida y cada vez cuesta más cualquier esfuerzo. Los pasito a pasito que vamos dando son agotadores.

Por cierto, una más y van... ¿qué pasa este año? Sigue sin aparecer el andinista francés que está desaparecido desde hace unos días, es desmoralizante.

Lavar los cacharros de l

a comida con nieve, hervir nieve para tener agua, instalar las tiendas sobre nieve y por las mañanas quitar la que las ha cubierto, en fin tareas habituales.

Una chica americana, Catherine, que se baja ya, nos regala un pequeño ajedrez de bolsillo que lleva y al que le falta un alfil de las blancas ¡qué maravilla!, César (el peruano) y yo nos frotamos las manos: podemos jugar con algo.

14º día: Subimos a campo 3 (Cólera, 5950 metros, hay otro al lado que se llama Berlín). Por radio nos anuncian que el tiempo arriba no será excesivamente ventoso pero que las temperaturas estarán 20 grados negativos y que las ventanas de tiempo despejado no serán superiores a unas pocas horas. Instalamos el campo 3 y a dormir horas y horas.

15º día: No se puede subir a cumbre, todo el día en campo 3 Cólera. Sigue nevando, mañana veremos.

16º día: A las 4 de la mañana Ulises nos dice que por radio le han indicado que hay una ventana de buen tiempo para subir. Está todo nevado pero podremos intentarlo. Me levanto con las placas de la garganta sangrando. El médico, ¡ohhh!, me mira, tengo algunas décimas de fiebre, pero voy. Subo bien pero hay un momento ya, en los 6600 metros, en que la mente me abandona, no me da más fuerzas, y si la mente no te empuja, el cuerpo no hace nada y me decido a no seguir. No sé, han pasado tantas cosas que la ilusión de hacer cumbre me ha abandonado, me da igual hacerla que no. ¿Necesito el ego de decir que he hecho cumbre? Pues no lo sé, pero ahora mismo quiero bajar. Los poquísimos que quedan en la subida me dicen que siga, que estoy fuerte, que puedo hacerlo, pero es que NO QUIERO SEGUIIIIR...

Me bajo hasta campo 3 y, a pesar de que los quedaron en campo 3 me lo desaconsejan, digo que me voy, que me bajo, que tengo cuatro objetivos: una ducha de media hora, un bife de chorizo con una botella de malbec, una terraza tranquila y unas sábanas limpias con un buen colchón. Algunos se juntan a mí y con toda la carga de siempre, mis famosos 16,5 

kilos, tiro hacia abajo, hacia el campo base. En la bajada me encuentro con Óscar el californiano-mejicano. Llegamos bajo una copiosa nevada y nos instalamos. Él tampoco hizo cumbre se tuvo que bajar seguido por unos italianos que ya no sabían ni dónde estaban y qué estaban pensando en hacer una gruta y quedarse a dormir.

17º día: Óscar y yo tiramos hacia la civilización, recogemos el resto de nuestras pertenencias, nos enteramos de que un rumano con el que coincidimos pierde los diez dedos de los pies, congelados, bajamos la cuesta Brava, llegamos al campamento de Confluencia con la mejor sonrisa de Verónica que nos prepara bebida y unos sandwiches. Seguimos andando hasta el control de los rangers, donde nos espera un 4x4 que nos lleva hasta Mendoza, y a cumplir mis cuatro sueños.

¿Por qué no hice cumbre? Podía, duro, sin duda, pero podía, pero ¿estaba disfrutando?...

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Jbel Toubkal, una pedrera en el Atlas



El Jbel Toubkal, con sus 4.167 metros, es la cima más alta de África del Norte. Creo que es la cumbre más espectacular de Marruecos, dentro del mayor desierto del mundo, el Sahara, a 200 kilómetros de la costa, este macizo montañoso de origen volcánico, denominado Ahaggar por los Tuareg.

He sentido una enorme satisfacción al pisar la cumbre más alta del Atlas, espero repetirla en invierno o en primavera, no hay que olvidar que es algo más de cuatro mil metros y se notan tanto en el mal de altura en montaña, como en la fatiga, en que las rampas y pedreras son bastante fuertes, o en el intenso frío que se siente al hacer cumbre. El viaje comenzó en Marrakech, ciudad capaz de sorprender a cualquiera de muy grata manera a pesar del caos circulatorio y de la impresionante diferencia de clases que sufre. Vivir un día y una noche la vida de esa increíble plaza de Jemaa El Fna es una experiencia única. El ambiente nocturno, la música de los timbales y yembés rodeándote y la alegría que te envuelve hace de la noche en esta ciudad un lugar irrepetible. La misma sensación te invade al pasar una noche en el famoso Hotel Ali, donde se respira un ambiente mochilero único y donde si no tienes mucha idea de cómo organizarte una expedición por el Atlas o hacia el Toubkal, puedes tener seguro que encontrarás la ayuda necesaria. Allí contacté con el guía con el que subí al Toubkal, y puedo decir que por 140 € del año 2006, no se puede pedir más: taxi desde Marrakech a Imlil, ida y vuelta (70 kilómetros), guía durante dos días, una mula y un mulero (que para ellos es fundamental por todo lo que llevan), el pago del refugio y la comida, agua, cenas, desayunos y té de los dos días. ¡Ojo!, se ofenden si intentas llevar tú algo, ellos se encargan de todo, no te dejan ni que les ayudes; a veces piensas que más que un guía llevas un mayordomo.

Comenzamos la subida a las seis de la mañana en un taxi desde Marrakech a Imlil por la carretera de Tahanaoute con parada en los mercados de Asni para comprar la comida que el guía necesitaba y que, por supuesto ya estaban incluidas en lo ya pagado. Llegamos a Imlil, pueblo dedicado casi íntegramente al Atlas. Si lo deseas, en lugar de contactar con los guías en Marrakech puedes hacerlo desde aquí directamente e inclusive se pueden contratar por Internet. Más sorpresas en Imlil, aldea sin nada de nada: hay dos cibercafés y todos los guías tienen su propio correo electrónico.

Si se hace el viaje en coche propio hay que tener en cuenta que en estas carreteras no suelen caber dos, por lo que ambos se salen un poco de la carretera. Al llegar a Imlil se puede dejar el coche en la plaza (lo llaman 'parking'), donde hay un guarda que duerme en su coche y que te cobra unos pocos dirhams al día por cuidártelo. Y comenzamos la aproximación al refugio Louis Neltner desde Imlil (1.740 mts). El sendero, al principio, es una polvorienta pista por la que sube algún automóvil hasta el pueblecito de Amroud, a unos mil novecientos metros de altitud. La vista hacia el sur es magnífica, distinguiéndose las numerosas aldeas que se alzan en las cercanías de Imlil; al fondo, las montañas donde están las pistas de esquí de Oukaimeden. Fue en Amroud donde el guía me dio la primera sorpresa: me invitó a pasar a su casa donde me prepararon un té a la menta magnífico y una ración de farina, una mezcla de higos y todo tipo de dátiles en polvo. Fantástico, como admirable es la maravillosa cultura familiar que tienen, se entiende que asuman la falta de medios económicos que, desde luego, no echan en falta por la increíble unión familiar de todos ellos.

A partir de Amroud el camino desciende un poco hasta un muy amplio cauce de piedras de un río por el que baja un hilillo de agua en verano pero que debe ser impresionante en época de lluvias fuertes. Al pasar las últimas casas de Amroud comienza la subida a la izquierda por un camino muy bien marcado; no tiene pérdida porque a cien metros (lineales, no de altura) veremos un gran pozo de agua y sus canalizaciones. 

Ascenderemos progresivamente hasta llegar a una aldea bereber llamada Sidi Chamarouch (a unos 2.300 metros de altura) y que se distingue por tener en el centro una enorme piedra pintada de blanco. 

Históricamente es un lugar de peregrinación, aunque hoy en día es un pequeño mercadillo de recuerdos (alfombras y otros objetos artesanales) que pueden salirte, si no tienes mucho cuidado, más caros que en el propio mercadillo de Marrakech. Hay algo sorprendente: ellos no tienen acceso a poder comprar equipo de montaña, guantes, cortavientos, crampones, etcétera, por lo que te piden el trueque al cambio; hay gente que se paga todos los recuerdos con prendas usadas que desea tirar y que al descenso lo cambia una vez pactado en el ascenso consiguiendo así aminorar el peso de la vuelta.

Aquí tuve mi segunda sorpresa con el guía: mientras que miraba las tiendecitas me preparó un suculento cuscús y allí mismo comí fenomenalmente, en mesa y caliente. Saliendo de Sidi Chamarouch comienza una fuerte subida en zigzag aproximadamente a la mitad del trayecto. A partir de aquí el camino va ganando altura siguiendo unas veces más cerca y otras más separado el riachuelo que dejamos en Sidi Chamarouch y que nace en una pequeña cascada pasando cien metros del refugio Neltner del Toubkal (3.207 metros), al que se llega sin pérdida por el camino, que está muy marcado. Lo primero que sorprende del refugio es la cantidad de tiendas de campaña que hay a su alrededor, y que siempre te encuentres con las típicas jaimas magrebíes de las excursiones de treking alrededor del Atlas y, además, puedes llevarte la sorpresa de encontrar un grupo de malagueñas haciendo dicho treking que, desde luego, pusieron la nota de alegría en la noche del refugio.


El refugio me llamó la atención por su gran limpieza, en las habitaciones, en los baños, en las duchas... Está perfectamente equipado aunque sorprende que no tiene cobertores en las camas, por lo que es obligado llevar saco. En mi caso no lo llevaba, pero, ¡oh sorpresa!, el guía también había pensado en eso y en la mula llevaba uno adicional para mí. A las 4:30 de la mañana me dijo el guía que tendríamos que salir. La verdad es que me pareció muy pronto y cuando me levanté vi que el resto de los guías ya estaban haciendo los desayunos a los expedicionarios y entonces me di cuenta del porqué de la hora, ¡estamos en Ramadán! y ellos no pueden comer ni beber a partir de que despunte el alba.  Desayunamos y arrancamos con los frontales encendidos, por detrás del refugio donde encontramos la pequeña cascada donde nace el río que baja hasta Sidi Chamarouch y donde empieza una subida muy empinada y que, al tiempo, es un gran canchal, pero la verdad es que la subida hasta el pico no representa ninguna dificultad técnica, simplemente pedreras de todos los tipos y tamaños, muy resbaladizas y muy empinadas. Lo que más sorprende son los enormes hitos que marcan el sendero y que en unos casos están muy juntos y en otros no los ves desde uno al siguiente, pero el camino está muy bien pateado y en verano se ve sin problemas. Enseguida vemos el collado Tizi n'Toubkal, de 3.971 metros. Y a la derecha vemos al Toubkal Oeste, de 4.030 metros, también llamado el Toubkal pequeño, una cima en la que, vista desde el Toubkal, se distinguen tres senderos de gente que ha hecho su muy fácil subida y que, desde luego, no merece la pena, ya que lo que se ve desde allí ya lo ves desde el Toubkal grande.

Siguiendo el camino a la izquierda vemos la impresionante imagen del Jbel Toubkal desde la cara norte, muy aérea. Seguimos el camino ya con un fortísimo viento y sólo con esa dificultad, (además de la que representa en sí la altura, que se nota de verdad y tienes que ir parándote de vez en cuando y desde luego andando más despacio de lo normal), cumbreamos el Jbel Toubkal, de 4.167 metros. Desde el refugio hemos tardado tres horas y media. Arriba es increíble, un artefacto horrible en forma de cono metálico con los nombres de algunos de los que han subido no consigue desmerecer la impresionante vista del Atlas a todos los lados.

Tuve un fantástico día de sol y mirases hacia donde mirases te quedabas impresionado de la magnitud que en cada montaña te encuentras. Sólo el terrible viento helado te hacía pensar en comenzar la bajada. Por hacernos una idea, Imlil está a 1.740 metros de altura y se distinguía desde la cumbre, increíble.

La bajado, por supuesto, por el mismo sitio, ya que el guía me indicó que podíamos bajar por una cresta más difícil pero muy bonita, que al final terminaba en el mismo camino pero que no lo aconsejaba en un día con tanto viento. Así que ¡hala! pedreras resbaladizas para abajo para en la misma jornada descender 2.500 metros, desde la cumbre hasta Imlil. Casi ocho horas de descenso y sufrimiento de los cuádriceps.

martes, 6 de enero de 2009

El Aneto, un clásico


Tiempo total estimado: Unas once horas.
Material: siempre de alta montaña.
Dificultad: media-alta.

El Aneto con sus 3.404 metros es, por su historia y por su aplomo, el rey indiscutible del Pirineo. Se trata de una ascensión de dificultad media pero sobre todo muy dura.

Para ascender al pico más alto de los Pirineos hay que estar en buena forma, no es ningún paseo.

El horario es muy relativo y todo depende de los descansos que nos tomemos. Nosotros tardamos mas en bajar que en subir. El desnivel es alto, 1.500 metros desde el coche y la distancia de más de seis kilómetros, dos de ellos por el glaciar del Aneto.

Hay que salir temprano; las seis no es mala hora. Tengamos en cuenta que entre subir y bajar, esperar en el paso de Mahoma, y el tiempo que nos tomemos en la cumbre serán de entre diez y doce horas y, además tengamos en cuenta que por las tardes en esta zona es frecuente la típica tormenta veraniega.

El glaciar del Aneto no tiene una excesiva inclinación y en verano las grietas están al descubierto, pero no deja de ser un glaciar.

Por último comentamos que el paso de Mahoma no es nada del otro mundo, técnicamente fácil, pero peligroso. Son uno 30 ó 40 metros más o menos horizontales pero angostos y formados por bloques con buenos agarres, pero muy peligrosos, un mal paso nos puede llevar a los abismos que hay a ambos lados. Es muy aconsejable el asegurarse con una cuerda y seguros intermedios.

Partiendo del aparcamiento, seguiremos la bien marcada senda hacia el refugio de la Renclusa con marcas verdes que indica el camino al Forau de Aiguallut y, al día siguiente, inicio desde el refugio a 2.140 metros, a una hora del aparcamiento de Plan de La Besurta con unos 250 metros de desnivel. 

En unas dos horas desde el refugio al collado de los Portillones. No pasaremos por el collado del Portillón Inferior, más evidente, sino que seguimos ascendiendo hacia el sur y, en unas dos horas y media llegaremos a la estrecha y panorámica brecha del Portillón Superior a unos 2.980 metros y, desde aquí ya divisamos el Aneto y su glaciar, al que nos dirigimos hacia el sudoeste en una media hora mas, es decir en unas tres horas estamos inmersos en el glaciar del Aneto, pongámonos los crampones y nos iniciamos por la amplia depresión del Collado Maldito y del Medio. ¡Ojo con las grietas, muy peligrosas, que a veces ni se ven!.

El glaciar da paso a la roca y a una pequeña antecima en la que en una hora mas, cuatro horas estamos ya en el collado de Coronas. a 3.170 metros de altitud donde tenemos, por fin, el famoso paso de Mahoma.

El panorama en la cumbre es increíble. Un mar de montañas. Al Norte Salvaguarda, Pico de la Mina; NorOeste: Perdiguero, Maupas; Este: Diente del Alba, Maladeta; Oeste: Posets; OesteNorOeste: Vignemale; Este: Besiberris, Montardo; Sur: Ballivierna; SurSurOeste: Turbón; SurOeste: Cotiella. En suma, infinito.

Descenderemos por el mismo itinerario. Llegamos al refugio de la Renclusa y bajada hasta el aparcamiento para tomar los coches o el autobús en época estival.


lunes, 5 de enero de 2009

El Balaitus (Balaitous) por la Brecha Latour

Está situado junto al Valle de Tena en España y cerca del Val d´Azun en Francia, pico al que Henry Russell llegó a denominar como el Cervino de los Pirineos.

Se accede desde la población de Sallent de Gállego, pudiendo llegar en coche hasta el embalse de la Sarra, esta carretera se toma desde la misma entrada a Sallent de Gállego a su izquierda, a unos diez minutos encontraremos la cabecera del embalse donde puede dejarse el coche o bien seguir hasta un merendero unos minutos más adelante donde hay un mejor aparcamiento.

El Balaitus es un macizo granítico de los Pirineos, situado entre España y Francia, marca el comienzo desde el Oeste de los Altos Pirineos. El Balaitous con sus 3.144 metros de altura es el primer pico de los Pirineos que sobrepasa los 3.000 metros desde la costa atlántica.

Su nombre procede de las palabras francesas "bat" (valle) y "laytouse" (leche). Otra denominación es la de Mamure, que se ha traducido en abundante cartografía española como Pico de los Moros, nombre que no cuenta con tradición.

Hasta ahora, todas las veces que lo he ascendido, dos por la Brecha Latour y una más por la Gran Diagonal, siempre, el primer día subimos desde un merendero que hay pasando el embalse de La Sarra, a 1.440 metros al Refugio de Respomuso 2.200 metros con una distancia aproximada de 7,5 kilómetros, por un sendero marcado también con las franjas blanca y roja del GR-11, por la margen derecha del río Aguas Limpias, subida casi siempre por un espectacular hayedo al principio y luego una zona de pinar, en algo menos de 40 minutos llegué a los 1665 metros de altura donde sale una desviación hacia mi izquierda para subir al Pico Palas, poco más arriba, cerca de los 1800 metros de altura, otra desviación hacia la izquierda la salida de la senda que enlaza con el Ibón de Arriel, para hacer la subida por la Gran Diagonal.

.En los casos de la actividad por la Brecha Latour la llevé a cabo al día siguiente, subiendo desde los 2200 metros el refugio de Respomuso por el barranco de Aguas Limpias hasta la Brecha Latour y coronamos el Balaitous 3.144 metros con una distancia total de unos 3 kilómetros, bajamos al refugio de Respomuso  y después al aparcamiento de la Sarra.

Por lo que en total hicimos en los dos días una distancia aproximada de 21 Kms con un desnivel igual en subida y bajada de unos 1750 metros.

La dificultad técnica podría describirse como media con algunas trepadas de hasta grado III y III+ en la brecha Latour.

Hay que usar crampones y piolet en los tramos de nieve y en la ascensión por la brecha Latour cuerda, arnés, los típicos mosquetones y, para bajar, un reverso o similar como descendedor, las reuniones están equipadas, en la ascensión hay unas pequeñas zonas de clavijas y para descender hay que montar cinco rapeles.

En la segunda subida nos juntamos Félix, Ricardo y yo y decidimos la subida, pensando en hacer el primer día La Gran Facha y al siguiente (domingo) el Balaitus, basándonos en que, según las previsiones meteorológicas, el sábado llovería y el domingo aclararía y, para ello salimos desde Madrid el viernes, llegamos a comer en Sallent de Gállego y partimos después hasta la zona de La Sarra, allí preparamos las mochilas y bien cargaditos comenzamos la subida hasta el Respomuso, el recorrido es increíble, precioso, a veces pensamos que estábamos en el típico bosque de cuentos de gnomos, mucha agua, en algunos puntos las cascadas, de mas de 100 metros de altura, te salpican y en invierno es algo peligroso si se carga de nieve, en la zona del paso del Onso.

En el camino dejamos dos desvíos, ambos a nuestra izquierda, el primero, a 1660 metros de altura y a 40 minutos desde La Sarra, lleva al Pico Arriel de 2.825 metros y el siguiente nos presenta otra alternativa de subida al Balaitus que es por la Garganta de Arriel en principio y seguidamente pot la Gran Diagonal a través de los lagos de Arriel, esta vía es, quizá, algo más asequible a la cumbre, esta ascensión la hice más adelante.

Más o menos en un par de horas llegamos a la cabecera del embalse de Respomuso desde donde se divisa el refugio, es un circo increíble a uno y otro lado, a nuestra derecha el Circo de Piedrafita, al fondo, entre otros, el Gran Facha, a la izquierda La Frondella.

Y ya en el refugio, en dos horas y media desde La Sarra, la cena, la litera, un trato estupendo al principio, refugio limpio y moderno, daba gusto, pero ahora se ha degradado algo en servicios y en precios. Caso de que el refugio estuviese lleno, un poco más adelante, bordeando el embalse del Respomuso, en dirección a Campoplano, está el antiguo refugio, no muy grande, pero es un buen vivac.

Al día siguiente cuando me levanto, a las seis de la mañana, una hora antes de la que habíamos pensado, veo las estrellas y el cielo totalmente despejado e inmediatamente cambio de opinión, ¡¡Félix, Ricardo, arriba, nos vamos ahora al Balaitus y dejamos para mañana el Gran Facha!! y así lo hacemos, desayuno, preparación del material y a empezar el pateo.

Dejamos el refugio, partimos en dirección Norte, remontamos el barranco de Aguas Limpias, ganamos altura rápidamente, superamos algún neverillo y dejamos atrás el desvío que nos llevaría a Frondellas por la arista Bondidier, y al llegar arriba, ooooh, noticia, Ricardo se ha olvidado el agua, por supuesto decidimos que no bajamos otra vez y que nos repartimos la que llevamos entre Félix y yo a pesar del calorcito que hace.

Hemos empezado despacito en la subida a Aguas Limpias y eso nos permite ir tomando ritmo poco a poco e ir adelantando a algunos grupos que nos habían pasado en la subida inicial e inclusive a otros que salieron antes que nosotros. Y, poco a poco, el paisaje se vuelve espectacular, Infiernos, el Vignemale, etc..., así hasta llegar al pequeño glaciar, pero ojo glaciar al fin y al cabo, donde nos ponemos los crampones y tiramos de piolet y, enseguida y ya en el Nevero de la Torrecilla desde donde se puede acometer también la subida al Frondella Norte y/o a la Aguja Cadier, parece enfrente de nosotros la imponente Brecha Latour, para mí lo mas espectacular de la subida, más que la propia cumbre en sí, el tiempo, desde el refugio a la Brecha, dependiendo, por supuesto de las condiciones de nieve, está alrededor de las dos horas y media.

Como no hay mucha nieve, el primer tramo de la Brecha es el peor, hay un primer paso hasta la primera terraza a la que con nieve accedes sin problemas, pero sin nieve es algo más complicado, pero bueno accedimos con una pequeña trepadita volada hasta la base de la Brecha, aquí hay que usar casco sí o sí, te caen piedrecitas de todos los tamaños constantemente; nos encordamos y para arriba, abro vía, detrás Ricardo y cerrando la cordada Félix, la primera parte, como ya digo es la más traicionera por lo inconsistente del terreno y después tiene algunas clavijas que nos ayudan algo, pero enseguida, no por la dificultad en sí, sino por precaución por los dos de atrás, pongo algún friend en algún paso entre cada una de las reuniones.

La famosa Brecha Latour  es lo que marca esta ruta, pasos de grado III y III+, consiste en un pequeño corredor, al que le sigue una trepada con clavijas en su principio, para manos y pies, si hay mucha nieve, en realidad es como una cuesta que se debe abandonar, hacia nuestra derecha, nada más ver las clavijas.

Cuando hay bastante nieve existe la opción de llegar hasta el collado por el corredor, y al final, remontar la cresta hacia el Este.

Eso sí, siempre, por las caídas de piedra es imprescindible el casco.

En la cima de la Brecha superamos a un grupo de aragoneses que habían subido delante de nosotros y después y hasta la cima del Balaitus una pala algo pesada pero sin mayores dificultadas aunque, con peligrosas caídas y, algún que otro recuerdo en forma de retrato de alguien que sufrió un accidente en la subida.

Y, como siempre en las cumbres de los tresmiles de los Pirineos unas vistas únicas, entre ellas el Midí d´Ossau, además tuvimos la suerte de que el magnífico tiempo nos continuó todo el día. Tres horas y media de ascensión, incluyendo alguna parada a desayunar y las típicas de quita ropa, pon ropa, quita arnés, pon arnés, etc..., los tiempos, no obstante, son muy aleatorios, depende de la cantidad de gente que nos podamos encontrar en la zona de la Brecha Latour.

En la cumbre, mientras reponemos fuerzas comiendo algo, nos volvemos a ver con los aragoneses que sólo llevan una cuerda y nos proponen que si nos ayudamos con las dos cuerdas para bajar mas rápido y no tener que montar un rapel después de otro cada uno de los dos grupos y, bien, así lo hicimos, pero el problema es que una vez preparado el primer rapel nos enteramos de que alguno de ellos no había rapelado nunca, jod... que valor tienen, bueno, sin problemas, se prepararon para rapelar y con la otra cuerda les hice un seguro adicional a través de un dinámico para que fueran bajando, y esto sí que nos retrasó, pero bueno llegamos abajo y al final del rapel, ya en el glaciar nos encontramos con dos vascos que pretendían subir sin cuerdas, sin crampones, sin ..., menos mal, lo entendieron y se dieron la vuelta, sobre todo al ver como uno de los maños, en la bajada por el glaciar se escurrió y se dio un buen susto.

Bueno nos quitamos crampones y comenzamos a bajar, buen calor y vaya, pues se nos ha terminado el agua a todos, Ricardo dice que se adelanta a coger agua en un arroyuelo, Félix dice que no hace falta el GPS, resultado, perdemos a Ricardo que creemos está delante, al final no fue así, venía justo detrás de nosotros, y cuando ya convenzo a Félix de que encienda el GPS vemos que nos hemos desviado como unos doscientos metros, los cuales tenemos que bajar por una pedrera tremenda.

El descenso, por lo demás, es rápido, simplemente deshaciendo el camino andado, los tiempos aquí, son también muy diferentes dependiendo de la gente que nos encontremos, por delante, en la zona de rápel..

Y, al final en el refugio, sediento como nunca, ¿cuántas cervezas bebí? no lo sé, muchas, pero, a pesar de todo mereció la pena, una de las montañas mas bonita del Pirineo y, al día siguiente del Gran Facha, nada de nada, a Ricardo se le rompió una bota en el final del descenso del Balaitous, ya en el barranco de Aguas Limpias.

Ver mas fotos de esta ascensión.

Las fotos de la ascensión por la Gran Diagonal.

domingo, 4 de enero de 2009

Antártida, una fantasía de viaje

He estado en el pabellón del Jardín Botánico de Madrid viendo la exposición "Atrapados en el Hielo" donde, con fotografías y filmaciones originales, se recrea la legendaria expedición de Shackleton a la Antártida en 1914, una epopeya que duró más de dos años y en la que no murió ninguno de los 28 expedicionarios a pesar de las duras condiciones climatológicas.

En aquella exposición había una amplia serie de fotografías que impactaban por su elevada calidad. Fueron tomadas por Frank Hurley, el fotógrafo "oficial" de la expedición y gracias a ellas tenemos una especie de diario visual de aquellos meses de supervivencia en condiciones extremas. En esas fotografías podemos apreciar no sólo los inmensos paisajes de las latitudes antárticas sino a un grupo de seres humanos que lucha por mantenerse con vida en medio del hielo, del frío, de la soledad y todo ello con un gran ánimo, baste como ejemplo la anécdota de que al salón del barco le llamaban el Ritz. Todas las fotos son de una enorme belleza, por el contraste de los grandes hielos con la pequeñez de los marineros, por la luz antártica y todas hechas jugando con el blanco y el negro.

Una gran cantidad de material fotográfico y cinematográfico de Hurley y del álbum de fotos que montó a bordo -167 instantáneas en blanco y negro-, y que supo captar la belleza y la fuerza del impresionante mundo del hielo que rodeaba y que finalmente destruyó el barco, así como la heroica lucha diaria de la tripulación por sobrevivir.

"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de oscuridad completa. Peligro constante. No es seguro volver con vida". Con este anuncio, el británico Enrest Shackleton reclutó la tripulación con la que partió rumbo a la Antártida en agosto de 1914, pocos días antes de estallar la I Guerra Mundial.

Leí este texto en un museo de Ushuaia en mi viaje a la Antártida en 2007 y me impactó, desde entonces sigo todo lo que me llega acerca de Shackleton con bastante interés, fruto de mi admiración por una persona que nos demostró algo que hoy en día cada vez tenemos mas perdido, la fuerza de cumplir con la promesa de volver que dio a su tripulación y lo que eso significa.

El explorador británico pretendía atravesar la Antártida a pie por primera vez y, de hecho, la suya fue la última aventura de la época heroica de las exploraciones polares.

Consciente de la repercusión que había tenido la documentación gráfica de exploraciones marítimas anteriores, Shackleton fundó la compañía TransAntartic Film Sindicate Ltd., con cuyos derechos quería financiar parte de la expedición.

Por este motivo, el fotógrafo australiano Frank Hurley formaba parte de la tripulación del barco Endurance ("resistencia", en inglés) y se ocupó de documentar todo el viaje.

Pero el Endurance acabó literalmente atrapado y destrozado entre los hielos antárticos y lo que se había planteado como una exploración geográfica, propia del espíritu aventurero de la época, devino en toda una gesta en la que afloraron los mejores valores del ser humano. La tripulación al completo logró sobrevivir cuatro meses en las latitudes australes hasta ser rescatada por marinos chilenos, gracias al épico viaje de más de 1300 km. que hicieron en un pequeño bote Shackleton y otros cinco marinos en busca de ayuda.

Puede verse un mayor detalle de la historia de Shackleton en:

Un pequeño y simpático video tomado en la Antártida


Y no puedo por menos que dedicar esta actividad a la memoria de Javier, ese gran amigo y vecino que, cada vez que podía, me iba a buscar a sudamérica con su "cayuco aéreo".

Perú Huayhuash, turismo, trekking, ascensión.


Situada en los Andes peruanos, la pequeña cordillera del Huayhuash, sólo unos 25 kilómetros de longitud en su área principal, pero con unas seis cumbres de más de 6000 metros, de sus veinte en total, destacan el Huascarán de 6768 metros, el Yerupajá con sus 6634 metros, o el famoso Siulá con sus 6336 metros, famoso por la novela "Tocando el Vacio", pero en mi opinión, su mayor belleza se la dan los lagos glaciares de un intenso color turquesa, como el Jaruacocha, como el Carhuacocha, etc...

El circuito del Huayhuash es posiblemente uno de los más espectaculares trekking que puede hacerse en el mundo. Hicimos más de 200 kilómetros salvando desniveles muy fuertes con alturas de más de 5000 metros. Además es un terreno salvaje y solitario como.

El recorrido que yo hice fue como sigue:

El primer día tomamos un cómodo autobús nocturno desde los cero metros de altura de Lima hasta Huaraz, en un viaje de cerca de 9 horas, por cotas de altura cercanas a los 4000 metros

El segundo día dedicado a la aclimatación, con una bonita caminata, de unas dos horas y media, hasta la Laguna de Churup 4450 metros, al pie del pico del mismo nombre., pasando por el pueblo de Pitec, y otros pintorescos pueblecitos como Nueva Florida, Unchus y Llupa. Cerca de una hora en la laguna para facilitar la aclimatación.

El tercer día arrancamos la ruta por el llamado Callejón del Huaylas, hasta llegar a la laguna Conococha, a 4050 metros, aquí ya vemos la cordillera del Huayhuash, detrás nuestro queda la Cordillera Blanca, llegamos a los 3400 metros del pueblo de Chiquián y bajamos a Llamac, a 3250 metros, pasamos por pueblecitos como Pocpa, hasta llegar a Cuartelhuain

El cuarto día, ya más en forma, lo dedicamos a llegar a la laguna de Mitucocha, a 4100 metros de altura, durante las seis horas de caminata hemos visto nevados como el Rondoy de 6095 metros, como el Ninashanca, hemos cruzado el paso de Cacanampunta a 4350 metros de altura

Nuestro quinto día, también de seis horas, pasa por el pueblo de Janca, el paso de Carhuac a 4650 metros, vemos los picos de Toro, los Yerupajá chico y grande, los Jirishanca chico y grande, el Carnicero, impresionante, dormimos en la laguna de Carhuacocha

Otro nuevo día, el sexto, arrancamos de la laguna de Carhuacocha, como siempre un frío intenso y en cuanto sale el sol, inmediatamente el calorcillo, hasta que se va el sol por la tarde, que, en pocos minutos nos deja un frío tremendo, esta etapa es especial, larga, cerca de ocho horas, pasamos por los 4850 metros del paso del famoso Siulá, lagos y picos que ya vimos ayer, pero que ahora los observamos desde la otra cara, así hasta llegar a Huayhuash, donde tenemos el campamento de hoy, es increíble que, caminando rápido, sin embargo los porteadores, no se sabe cómo nos adelantan por otros caminos y tienen tiempo de prepararnos las tiendas y el té de bienvenida, hoy, además hemos estado practicando en montar en los caballos de rescate que tenemos.

Séptimo día, otras seis horas, pasamos por el paso del Portachuelo a 4750 metros, veremos picos como el Carnicero, una vez más, Puscanturpa, Milipo , Cuyoc y llegada a la laguna Viconga, a 4400 metros, al lado unas aguas termales de Atuscancha donde nos damos un relajante baño.

Para el octavo día, el segundo paso más alto del trek, el Cuyoc a 5000 metros con vistas a la zona sur del Huayhuash, pasamos por el glaciar del Puscanturpa,  con picos como el Cuyoc, los Puscanturpa, Trapecio, Sarapo, los Siulá, etc..., descendemos a dormir a Cuyocpampa, a 4500 metros, una mula se ha doblado una pata, asistimos a como los muleros intentan, sin éxito, arreglársela

Salimos hacia el Paso de San Antonio, el más alto a 5050 metros, es el noveno día de actividad, nos cae una buena nevada, bajamos a la impresionante laguna Jurao, hacemos el campamento en un campo de futbol, en Calinca

Décimo día, de Calinca a Huayllapa a 3500 metros, nos acostamos pronto, maña nos espera un día especial, la ascensión al Diablo Mudo.

Undécimo día, el objetivo es la laguna de Jahuacocha a 4100 metros, puede hacerse por trek de seis horas o subiendo el Diablo Mudo a 5570 metros, he elegido la segunda opción, nos hemos levantado a las tres de la mañana, una bellísima ascensión, con sus rapeles ¡en la ascensión!, no es difícil aunque si durilla, pero merece la pena.

Y el duodécimo día, final, salida desde el campamento de la laguna de Jahuacocha, subida hacia la Pampa de Llamac a 4300 metros y aquí tomamos un sorprendente bus de ¿línea?, con sus gallinas y todo, sentado en el pasillo central, hasta llegar, en unas cuatro interminables horas al pueblo de Llamac a 3250 metros, aquí nos espera un 4x4 que nos devuelve a Huaraz.

Además de haber hecho un muy bonito trekking, lo hemos aderezamos con la ascensión final al Diablo Mudo a más de 5500 metros.
Y como colofón un precioso recorrido turístico por Perú.

Ver el vídeo del viaje

Las fotos del viaje turístico por Perú ...

Las fotos del trekking por el Huayhuash  ...

Un alud en el Yerupahá:

Kilimanjaro, Uhuru Peak, Pico de la Libertad

Es la cumbre más alta de África con sus 5.895 metros de altitud, solitaria, altiva ya desde sus primeras imágenes y con una gran variedad de paisaje en todo su recorrido. Simplemente impresionante.

Para los montañeros técnicos no es ésta la montaña en la que desempolvar todas sus habilidades, es una montaña 100% trekking.

El Kilimanjaro puede describirse en cinco grandes zonas que, además, están perfectamente definidas cada 1000 metros de altura.

Hasta llegar a los 1600 metros de altura es sorprendente encontrarte con una intensa área de cultivo, con impresionantes plantaciones de plátanos, café, té, etc..

A partir de los 1700 metros y hasta los 2700 nos encontramos con un frondosísimo bosque que circunda todo el Kilimanjaro. Tuve la suerte de encontrar en la subida un poco de niebla, y es increíble el pasar de una sensación de densa selva africana a una sensación de fantasmagórico bosque británico. Los guías nos indicaron que podríamos encontrarnos en raras ocasiones con algún animal salvaje, pero lo único que vimos fueron colonias de monos en los árboles más altos y muy difíciles de ver, ya que enseguida se esconden; creo que habría más especies, pero tienen ellos más miedo al hombre que nosotros a ellos.

Desde los 2700 metros y hasta cerca de los 4000 de altura, el paisaje cambia paso a paso a sabana de altura, más seco, más frío y con heladas nocturnas, pero, aún así, es increíble ver esas extrañas lobelias gigantes y, sobre todo, las senecias gigantes.

Ya desde los 4000 metros surge el desierto de alta montaña con unos rayos solares de los que hay que protegerse con factor 65 al día y muchísimo frío en la noche.

Y, por último, desde los 5000 metros nos envuelve un clima típicamente ártico, con temperaturas bajo cero toda la noche y una tremenda radiación solar durante el día.

Nada más llegar a Tanzania, en la noche, al aeropuerto de Kilimanjaro, 50$ de pago del visado y las agencias esperando a los turistas (montañas, safari, etc...). Es entonces cuando empiezas a percibir la sensación POLE POLE, despacio en swahili, que será la frase que más escucharás en todo el viaje: todo es tranquilo y sin prisas.

Nos llevaron al hotel SPRINGLANDS en Moshi, muy tranquilo, donde tuvimos una cena en un jardín típico africano (mosquitos desde el primer día en esa altura, ya desde la llegada hay que aplicarse el Relec extrafuerte). Los hoteles para turistas son como pequeñas fortalezas en su exterior y con un magnifico interior. Y, a la mañana, la sorpresa: entrando en el hotel varios 4x4 están listos para recoger a los turistas que llevan a los safaris y uno para los que vamos al Kilimanjaro. Después de un suculento desayuno en el buffet del hotel tenemos por fin la gran impresión de ver, justo enfrente de nuestro hotel, el majestuoso Uhuru Peak (Kilimanjaro( y a su lado el impresionante Mawenzy, seguidos, ya que no hay más montañas.

En el trayecto vas observando y preguntando acerca de la forma de vida en Moshi y Arusha, las dos ciudades más importantes de la zona, y te sorprendes por todo: todos los niños van a los colegios, todo el mundo habla inglés perfectamente (son bilingües), conviven perfectamente las diferentes religiones sin fanatismos de ningún tipo (Islam, hindúes, luteranos, cristianos...). Al final siempre te queda la duda sobre quién está más acertado, ellos por conservar sus culturas y sus raíces familiares o nosotros con nuestro desmedido crecimiento y consumismo.

Llegamos a la entrada del parque del Kilimanjaro, donde es obligatorio registrarse y donde nos esperaba el guía que nos acompañaría en todo el recorrido. Allí, de repente, se formó un tremendo maremágnum de gentes (impresiona bastante, ya que parece que están chillando y no es así, es que hablan el swahili desde el pecho y el sonido es como si estuvieran cabreados, pero no es cierto, en seguida aprendes la segunda frase más usada en swahili “akuna matata”, es decir “no hay problema”). Ese maremágnum es para formar equipos. Cada guía contrata a un cocinero y a un número determinado de porteadores (dos en nuestro caso). Dos horas después (pole pole), comienza la ascensión por una maravilla de paisaje de jungla, al principio con caminos y, más adelante, con senderos para ascender desde 1700 metros hasta 2720 metros con 12 Km. de recorrido hasta el refugio Mandara, al que se llega en 5 horas (incluyendo alguna pequeña parada para comer). Es un precioso refugio con cabañas para seis personas, una cabaña central como comedor, otra como cocina donde sólo pueden entrar los cocineros contratados y otras cabañas para dormir los guías y porteadores. Pero lo bucólico de las cabañas cambió cuando a media tarde se nubló de inmediato y empezó a llover y a granizar, así que toda la tarde la pasamos en unas cabañas tan pequeñas que resulta un poco aburrido.

Por cierto, es curioso ver a los guías con pantalón corto y con los güetres puestos, pero cuando les preguntas por qué hacen eso te los pones tú de inmediato: lo hacen para evitar las picaduras de algún bichito reptador.

A la mañana (espléndido amanecer, qué colorido tan impresionante) una actividad de locos de los porteadores, guías y cocineros preparando los desayunos y las marchas (en este refugio coinciden, además de los subidores del Kilimanjaro, los trekkings de los alrededores del monte).

Salimos desde Mandara Hut hacia Horombo Hut a 3720 metros de altura, con 15 Km. de distancia que se recorren en unas 7 horas, y nos encontramos con el precioso cráter Maundi (no olvidemos que es una zona volcánica) y, siempre al fondo, la cada vez más cercana presencia del Kilimanjaro.

Por cierto, cuando preguntas por el descenso de la magnitud de los glaciares allí hay dos opiniones, los que lo achacan al cambio climático y los que, sorprendentemente, te indican que es por un calentamiento del monte debido a una nueva actividad volcánica en un futuro próximo (de 5 a 10 años).

En fin, llegamos a Horombo Hut con el paisaje ya totalmente cambiado, con la climatología ya de alta montaña y, cómo no, en la tarde de nuevo todo nublado y granizada. No obstante subo otros cien metros de desnivel para aclimatarme lo mejor posible.

A la mañana siguiente (precioso amanecer como todos los días en el Kilimanjaro), mi compañero de viaje decide bajarse a las playas de Zanzíbar y dejar la montaña y sus constantes granizadas, mientras nosotros dedicamos el día a aclimatarnos a la altura y subimos hasta Zebra´s Rock a 4005 metros de altura ¡¡ qué bonitas para hacerse unas paredes de escalada !! y después subimos a otra cumbre de 4375 metros y comenzamos la bajada, viendo el Mawenzy. Este monte merece una atención aparte, llega a los 5149 metros y está prohibida su ascensión salvo que se haga por un grupo organizado, con experiencia y buen equipamiento.


Llegamos de nuevo al refugio de Horombo Hut y oh, sorpresa, comienza de nuevo a granizar, así que, pues nada, a la cabaña.

Y al día siguiente, muy de mañana comienza la subida hacia Kibo Hut a 4700 metros de altura, 6 horas de marcha y una distancia de otros 15 Km. Aquí ya sí empiezas a notar la altura, los guías están constantemente con el Pole Pole y empiezas a encontrarte con algunas personas que descienden, uno de ellos diciendo que lo de arriba es un infierno por el hielo, otro en camilla porque se ha partido una pierna (hay camillas con una rueda central tiradas por el camino para que las use quien lo necesite) y otra persona a la que le ha dado el mal de altura a fondo y que le bajan como un zombi.

Llegamos a Kibo Hut, el peor refugio de todos, y entiendo porqué: el día de aclimatación se hace en el refugio anterior y no en éste, ya que no tiene condiciones y el frío es realmente intenso.

Después de comer me intento dormir, ya que a las once de la noche me despertarán para desayunar algo y salir a las doce de la noche hacia la cumbre, pero la verdad es que entre el frío, la altura y la tensión de comenzar pronto la subida, no consigo dormir.

A las doce comenzamos la subida y, nueva sorpresa, está cayendo una gran nevada, así que hacia la montaña con todo nevado (¿por qué se empeñan en las agencias de viaje en repetir que no es preciso llevar crampones?), el frío es intensísimo y hay que ir para esta última etapa perfectamente equipado: buenas botas, calcetines de alta montaña, pantalones de invierno, cortavientos para las piernas, las típicas tres capas en el cuerpo aunque alguna más se hace imprescindible, buff para la cara y en la cabeza el gorro cortavientos, las gafas de ventisca y guantes, (llevaba guantes y manoplas, y aún así es en las manos donde más sentí el frío).

La subida es un caminito en constantes zetas y sólo al final hay alguna pequeña trepada.

Llegamos hasta Hans Meyer Cave a 5190 metros de altura (Hans Meyer fue la primera persona en hacer cumbre en el Uhuru Peak) y aquí me empezó a entrar algo de dolor de cabeza por la altura.

Seguía nevando y continuamos la subida (sólo dos grupos, dos guías y cuatro montañeros en total) y el grito fue de enorme satisfacción al llegar a la cumbre entrando por Gillman´s Point a 5618 metros de altura..

La cumbre del Kilimanjaro, es una especie de óvalo donde confluyen los puntos de entrada desde otras rutas (en Stella Point 5720 metros la entrada de la ruta Machamé, en Elveda Points 5805 metros la otra ruta, Shira route, etc...) y el recorrido circular, restringido sólo a la vertiente sur, que se hace sobre una arista helada que a un lado (en el punto por donde yo entré, a mi izquierda) tiene la vertiente exterior del monte y al otro lado la vertiente hacia el interior con una caída de unos cincuenta metros hacia la planicie interior del Kilimanjaro. En toda la arista está hecho un camino interior, pequeño, pero que si te escurres, lo normal es que caigas dentro. Bueno, te levantas y sigues, lo digo por experiencia y, entonces, increíble el amanecer en la cumbre, algo asombroso, a pesar del frío que se te mete en los huesos, no paras de sorprenderte ante las imágenes que se presentan. El cráter interior es una planicie, a un lado tiene el verdadero cráter, y según vas andando por la arista vas viendo los glaciares. El primero de ellos es el Decken Glacier. Los glaciares parecen pequeños desde abajo, pero cuando los ves a tu lado en el amanecer ¡¡¡ más de treinta metros de altura alguno de ellos (el Diamond Glacier) !!!, te dan ganas de quedarte allí horas y horas, pero el frío te obliga a iniciar el descenso y, en mi caso, además me empezaron mareos, lo que unido al dolor de cabeza me obligaba a tomar la decisión de bajar ya, sin esperar más.

El óvalo de la cumbre tiene diferentes alturas según el punto donde estés, desde 5618 hasta 5895 metros máximo, donde iniciamos la bajada.

La subida es en total de 1200 metros con una distancia de 6 Km. y, después de un recorrido por la cumbre de cuatro Km., en total seis horas y media, bajamos hasta Kibo Hut en hora y media, donde tuvimos un pequeño tentempié. A continuación bajada hacia Horombo Hut, otros 15 Km., donde llegamos para almorzar y, de nuevo, comienza a granizar, estoy harto de granizadas, de estar todas las tardes encerrado en una cabaña, de no poder ducharme, así que lo decido, para abajo. El guía se echa las manos a la cabeza, me dice que hemos hecho 27 Km. y que para bajar hay que hacer otros 27. Me da igual, ¡¡¡ para abajo !!!. Los porteadores, que sólo habían bajado desde Kibo Hut, lo dudan, pero al final arrancamos y bajamos hasta la entrada del parque del Kilimanjaro donde pedimos que nos venga a buscar el 4x4 de la agencia para ir al hotel.

Cuando llego al hotel y después de las arduas discusiones con el guía acerca de las propinas al grupo, creo que todos los récords de permanencia bajo una ducha son superados por mí, no sin antes ver el lamentable estado de las uñas de mis pies.

Pero salgo a la puerta del hotel para ver de nuevo el increíble Kilima “pequeña colina” Njaro “nombre del demonio que causa el frío” y pienso, volveré, tengo que volver más veces, merece la pena, no es una cumbre conseguida, es una experiencia a repetir .....

Algunos consejos:
Llevar dos botas, una de trekking o zapatillas buenas para los primeros días y unas buenas botas para el último día. No carguéis con bastones, os los dejan los guías si se los pedís por Internet antes de salir.
No se admiten todos los billetes de dólar, sólo los modernos.
Si queréis traer recuerdos, las tallas de madera en Moshi y Arusha son muy buenas.
Dejaros un día para visitar Arusha.
Obligatorio llevar el certificado internacional de la OMS contra la fiebre amarilla.
No escatiméis en ropa de abrigo para el último día de ascensión.
Llevar un buen libro para las largas jornadas en los refugios y pilas de repuesto para los frontales (no hay luz en los refugios, sólo la procedente de las placas solares).